martes, 26 de julio de 2011

Mensaje del Arcàngel Miguel

Bendigo a todos los que están aquí.
Bendigo este lugar.
Bendigo a cada una de vuestras casas.
Bendigo a cada uno de vuestros familiares.
Bendigo a esta ciudad.
Bendigo a esta Tierra.
Soy Miguel Arcángel, acompañándolos en este momento de meditación, de entrega, de sanación.
Hoy quiero recordarles, a cada uno de vosotros, que ya son tiempos de cortar y liberar todas las ataduras que me llevan a Mí a no evolucionar.
Ya les hemos repetido muchas veces, tantísimas, que tienen que vivir en la pureza, en la sanación.


Ser simples, humildes, objetivos.


A veces les cuesta ser objetivos. A veces les cuesta mirar una situación y dejarla ser. Todavía están atados a viejas estructuras, a viejas modalidades.
Pero quiero decirles que están en el camino. Nada de lo que pase aquí es pura casualidad. Ningún encuentro es casual. Todo está armado bajo la protección del Padre.


Cada uno será utilizado, pues ya lo saben, de la manera que sea necesario.
Pido no se alboroten. Estén en calma. Manifiéstense de una manera espontánea, sencilla hacia sus otros hermanos.


El tiempo es hoy.
Hoy es el presente.


No estén adelantándose a acontecimientos que vendrán, pero de los cuales vosotros tendréis que prepararse y mucho.
Tanta veces se los hemos dicho, purifíquense. Ayunen más. Levántense en oración. Acuéstense en oración. Sean templos de luz. Donde cada ser necesitado pueda recostarse sobre sus hombros.
Si vosotros hermanos se reniegan. ¿Qué queda para los que no han despertado? ¿Qué queda para todo aquél que no ha descubierto que hay un Dios verdadero, que hay una verdad sagrada?
Manifiéstense donde vosotros sabéis que hay corrupción, puesto que llevarán luz a esos lugares.


Vosotros sois los elegidos.
No tengáis miedo en ir a lugares donde saben que son oscuros, pues vosotros sois los que llevan la antorcha de la luz y darán claridad donde no la haya.
Si vosotros hermanos estáis seguros de lo que hacéis, no temáis, puesto que nosotros somos los que los cuidamos, los que los protegemos.
Dejen ese trabajo para los que estamos aquí.
Necesitamos de vuestra integridad, de vuestra madurez.
Conviértanse.
Os saludo amigablemente.
Están bajo mi gracia.
Libérense de viejos obstáculos, sin tensión, pero con sabiduría

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