Potente y maravilloso Príncipe del Señor, Miguel, él que porta la majestuosidad de Dios, por quién los demonios tienen memoria de la derrota que sufrieron en la figura de su máximo líder ante la espada siempre victoriosa del potente caballero alado, por la fuerza del nombre de Nuestro. Señor, por la acción vivificadora del Espíritu Santo, por la fuerza y maestría de Jesús al resucitar de la muerte, tras haber quitado los bajos espíritus que enfermaban a las personas que El curó.
Yo te invoco con toda la fuerza de mi corazón, por intersección de Santa María. Reina de los Ángeles, para que todas las huestes angelicales que tú presides, me rodeen ahora mismo apartando, desactivando y reconvirtiendo todas las fuerzas negativas del fuego, aire, tierra y agua, o toda combinación vibracional, mal encarnada, mal corporizada, mal dicha, mal accionada.
Que la oscuridad que me rodea sea ahora definitivamente pulverizada, por la acción de tu espada flamígera. Oh! Miguel, Guerrero del Señor, no me abandones en el combate, en éste y en todos los universos paralelos que habito, para que mis caminos me conduzcan a la vida eterna, aquí y ahora.
Yo te conjuro en el nombre del Padre, en el nombre del Hijo, en el nombre del Espíritu Santo, en la fuerza de María, en el testimonio de los Apóstoles, en la llama viva del sol, en la plata pura de la luna; para que toda ilusión, confusión o mala acción que afecte mi vida sea disipada Te lo pido por la enseñanza que nos legó nuestro Señor Jesús, quién vino a morir aquí, para redimir al hombre, habiéndonos dicho que debemos elevar nuestras peticiones al Santísimo y creer fervientemente en todo lo bueno que pedimos, pues una sola palabra del Padre, bastará para salvarnos.
Miguel caballero angélico de María, ilumíname.
Miguel Guerrero del Padre, defiéndeme.
Miguel Escudero del Hijo, guíame.
Miguel camino recto de los Santos, eleva mi oración.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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